lunes, 12 de mayo de 2014

La visibildad invisible de las lesbianas

Estoy muy harta de que se me encasille en ser una marimacho (¿qué tendrán en contra de las camisas de cuadros?), de que se diga que actúo como un hombre (todos somos humanos y todos nos tiramos eructos). Estoy harta de que diga que soy una lesbiana marimacho cuando simplemente soy una lesbiana. Mi nombre es Panriqueta Scissors y busco cortar los estereotipos que encasillan a las lesbianas igual que los patrones de la ropa que coso.


El pasado 26 de abril fue el día de la Visibilidad Lésbica, un día que, a todas luces, no tendría que existir, y sin embargo, existe. Y es que a pesar de que la homosexualidad esté plenamente aceptada en casi todo el mundo, nos encontramos con el hecho de que los gays están mejor considerados que las lesbianas. ¿Por qué?

Desde la antigüedad, los pueblos y sociedades siempre han considerado a la mujer inferior al hombre (con la excepción de los espartanos, los cuales igualaban la muerte durante el parto de una mujer con la muerte en batalla de un hombre) y siempre ha estado relegada a puestos de poca importancia. Siempre se la ha considerado el ama de casa, la fábrica de hijos, la encargada de mantener hogares, y sobre todo, debía estar callada y sin hacer nada. Y durante toda la historia de la humanidad ha sido así: la mujer, un trozo de carne que el hombre puede manejar a su antojo. Las cosas cambiaron, sí; la mujer empezó a votar y a tener voz, empezó a independizarse, a gritar “aquí estoy yo”. Y desde luego, también empezó a visibilizarse el hecho de que una mujer también puede querer a otra mujer.

Ya lo dice María Jesús Méndez en este artículo: “el día [de la visibilidad lésbica] en que se conciencia a la sociedad, y a las mismas lesbianas, que existimos, que somos más que un anuncio publicitario para atraer el consumo de los hombres, que la vida es mejor y más grata fuera de los armarios […] ser lesbiana en 2014 se parece mucho a ser una persona más, indistinguible en un grupo de gente, en una masa humana que se desplaza en el metro con escasa expresión facial un lunes por la mañana.
Y sin embargo, todavía hay gente que sigue viendo el lesbianismo como un instrumento para que los hombres se diviertan; casi un fetiche. Las lesbianas son observadas e incluso enjuiciadas cuando van cogidas de la mano e incluso cuando comparten un beso, cosa que cada vez pasa menos con los gays.
La mujer sigue relegada a ese “puesto inferior” incluso siendo homosexual. A pesar de que el colectivo queer se ha hecho muy visible últimamente, las lesbianas siempre han estado más “escondidas” por el simple hecho de ser mujeres. El machismo sigue estando muy presente en todos los ámbitos de la sociedad, permitiendo que las mujeres sigan estando excluidas, incluso cuando se trata de su condición sexual.
Pero esta visibilidad invisible no es sólo cosa del las lesbianas, los bisexuales también lo sufren. Esta parte del colectivo LGTB es uno de los que más castigados, no sólo por lo que representa su sexualidad, sino también por lo mucho que los propios estándares sociales dictan; muchos bisexuales que han decidido salir del armario han oído en más de una ocasión la frase “ya te decidirás por un lado u otro”. El hecho de que este colectivo pueda mantener relaciones afectivas y sexuales de manera satisfactoria con ambos sexos no es óbice para que a estas personas se las “obligue” a decantarse por un sexo u otro por las convenciones sociales actuales.

Mucha gente se sigue preguntando por qué existen días como el de la Visibilidad Lésbica. Días como ésos dejarán de existir cuando a la mujer finalmente se la acepte como un igual al hombre, cuando se la deje de tratar como un ser inferior.

La visibilidad lésbica será real cuando se acepte de verdad que las mujeres también pueden amar a las mujeres, cuando se entienda que el lesbianismo no sólo existe para poner cachondos a los hombres.

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