Glosario

1.     Feminismo/género como constructo social 

   El feminismo es un conjunto de teorías heterogéneas que ha dado lugar a diversos movimientos sociales en los que la figura de la mujer aparece como sujeto activo y consciente del papel de inferioridad social, económica, política y cultural al que la aboca el hombre. Para este sometimiento, el hombre se escuda en argumentos biologicistas: utiliza su sexo y la construcción cultural de género que se asocia a su sexo para normalizar diferentes aspectos y situaciones de la vida cotidiana que son discriminatorios para la mujer.
El primer paso que dieron las mujeres para entender su situación fue el de transitar del esencialismo -el ser humano está predeterminado por su esencia, es decir, por la negación de la libertad- al existencialismo -el ser humano puede construir su vida en función de sus decisiones y emociones con independencia de su esencia- elaborado por Jean-Paul Sartre. A través de esta última corriente filosófica, Simone de Beauvoir elaboró la teoría del género como constructo social para poder contemplar a la mujer como un sujeto que no está encadenado a su esencia -pertenecer al hombre- y que, por tanto, puede “hacerse a sí misma”. El problema reside en que la mujer es hecha por el hombre y que es hecha para que sea “lo otro”, ese componente de la sociedad lanzado a la marginación. En este punto de toma de conciencia, los diferentes feminismos buscarán colocarse para poder conseguir los objetivos que colocan a la mujer en el papel que se merece.
El feminismo se puede dividir en dos grandes categorías: de la igualdad o de la diferencia. El feminismo de la igualdad contempla la vida de la mujer en sintonía con la del hombre, es decir, la mujer lucha por alcanzar la igualdad en derechos y libertades sin olvidar que forma parte de una sociedad en la que “su opuesto” también es relevante en la convivencia. Por su parte, el feminismo de la diferencia busca formas de vida en las que prescinde del hombre, bien por considerarlo un opresor irremediable que no es víctima de los roles de género y que disfruta de su rol puesto que este conlleva poder, bien por no depender de él para tener una vida completa o bien por su deseo de ensalzar las características propias de la mujer -discurso biologicista entendido como positivo- y de ver en las del hombre todo lo malo que no se desea en una convivencia pacífica, por lo que su ausencia son todo ventajas.

2.     Machismo

   Generalmente, el machismo es concebido como una actitud de superioridad, en un momento determinado, del hombre hacia la mujer. Por consiguiente, el feminismo es entendido como lo contrario al machismo: mujer por encima del hombre. Sin embargo, la incoherencia de esa afirmación es tal que, si ojeamos la historia de la humanidad en unos simples libros de secundaria, una se da cuenta de que el machismo, en tanto que también implica invisibilizar a la mujer en cualquier ámbito de la vida, es toda una estructura social-cultural-económica-política-ética-sexual-linguística-lo que se desee añadir- que subyace y está tan camuflada en el imaginario común que consigue uno de los objetivos más difíciles: que se confunda con lo “normal”, es decir, funcionar a través de la violencia simbólica -el sujeto gobernado no es consciente de que hay un gobernante que controla cada uno de sus movimientos-.

3.     Sexismo/cosificación/fragmentación del cuerpo

     Sexismo es la palabra que se utiliza para definir toda representación -visual o escrita- de una persona desde una perspectiva que la discrimine por su sexo o por su género. En un principio, “sexismo” hacía referencia únicamente a las mujeres porque es la primera desigualdad que se estudió en estos términos, pero, en la actualidad, también se ha extendido a los transexuales, transgénero, intersexuales e intergénero.
En las mujeres, el sexismo funciona, principalmente, a través de un proceso denominado “cosificación”, y la cosificación, a su vez, tiene como base la estereotipación del cuerpo femenino. En la cultura occidental, la mujer aparece representada de forma hipersexualizada: cada parte de su cuerpo es un detonante para el deseo del hombre heterosexual normativo. El canon de belleza ejemplar es el que exhiben las modelos de Victoria's Secret.
Un gran ejemplo de toda esta parafernalia es la publicidad. El cuerpo de la mujer se fragmenta -se enfocan piernas, hombros, ojos...- para que la mujer como sujeto pensante y llena de emociones pierda vigencia en la mente del espectador, no importa la identidad; la mujer es un escaparate.

4.     Hembrismo

    Corriente política, social e ideológica que defiende la supremacía de la mujer por encima del hombre. El hembrismo, para algunos, inexistente, busca superponer los objetivos, necesidades e ideas de las mujeres y hacer que los núcleos de poder (económico, empresarial, mediático) estén representados únicamente (o en mayoría) por mujeres.
El hembrismo es conocido como “machismo a la inversa”, y a menudo confundido con feminismo, por lo que las luchas feministas se ven a menudo perjudicadas.

5. Heteropatriarcado/privilegio heterosexual

      Unión de los conceptos heteronormatividad y patriarcado.
La heteronormatividad es la norma social que establece que lo natural (y por tanto, “normal”) son los comportamientos, deseos y prácticas heterosexuales. Impone, además, que la heterosexualidad es la sexualidad con la que se nace, y todo aquél que muestre un comportamiento distinto, se sale de la norma y puede ser considerado como antinatural, anormal o incluso erróneo.
La heteronormatividad establece también una serie de dicotomías en las parejas, asociadas al género. De esta forma, debe haber otredad, un “otro”, un dominante y un dominado. Para que exista heteronormatividad, debe haber por tanto unos roles de género asignados. Se rechazan las relaciones homosexuales o queer, en las que ambos componentes de la pareja son del mismo género, o de géneros alternativos a las construcciones hombre-mujer.
El patriarcado es un tipo de organización social, económica, religiosa y moral en la que el poder, la autoridad y la razón reposan sistemáticamente en el hombre. Es el trasfondo de toda sociedad actual. En las sociedades patriarcales se suelen anteponer las necesidades, gustos, objetivos y perspectivas masculinas por encima de las femeninas, por lo que los deseos y necesidades específicas de las mujeres a menudo se ven pormenorizadas. Predomina el padre sobre la madre, el hermano sobre la hermana, el hijo sobre la hija y el novio sobre la novia.
El heteropatriarcado, en definitiva, podría definirse como la sociedad que sustenta el privilegio heterosexual, donde quienes experimenten otras sexualidades o identidades de género distintas a la cisexualidad y la heterosexualedad (así como quienes pertenezcan a un género considerado “más débil” o “menos importante”) serán vistos como diferentes.

6.     Violencia de género/micromachismos

   La violencia de género es toda agresión entre seres humanos motivada (en mayor o menor porcentaje) por una discriminación hacia el género de la persona agredida. Al hablar de agresiones, no hay que referirse exclusivamente a la violencia física o psicológica, que pueden ser consideradas como las únicas, sino que también hay que ser conscientes de la existencia de agresiones menos llamativas, insertas en costumbres, juicios de valor o incluso el propio lenguaje. Por ejemplo, un halago proveniente de un hombre puede molestar a la aludida, hacerle sentir vergüenza, hacerle sentirse violentada, ofenderle o incluso hacerle temer por su seguridad.
A estas prácticas, junto con otras (como los refranes machistas o los juicios como “las mujeres no saben de estos temas” o “tu responsabilidad es limpiar/cocinar/tener hijos…” son conocidas como micromachismos, que de por sí, no matan, pero ayudan a perpetuar ciertas costumbres e ideas machistas que van a mantener a flote la ideología heteropatriarcal, y por ende, la discriminación hacia las mujeres.

7.     Prostitución en debate/Colectivo Hetaira

La prostitución es uno de los grandes paradigmas del feminismo y, por eso mismo, entre las feministas hay diferentes posturas ideológicas con matices muy personales. De una forma muy simplista, se podría decir que hay dos posturas básicas enfrentadas: regulacionistas y abolicionistas.
Las primeras entienden que la prostitución debe tener los recursos necesarios para asegurar unos mínimos de seguridad y de condiciones favorables de vida, defienden que hay personas que están en la prostitución porque así lo desean y que los intentos por abolirla no son más que una cadena más que la sociedad impone a la mujer; pretenden acabar con el discurso de victimización que sobrevuela a las trabajadoras del sexo y, por ello, buscan dejar muy clara la diferencia entre trabajadora del sexo y víctima de trata.
Las segundas defienden que la prostitución es un ejemplo más de la explotación que el heteropatriarcado ejerce sobre la mujer y su cuerpo. Por esta razón, la única alternativa que encuentran es su abolición, pues no conciben un mundo igualitario si el cuerpo de la mujer es el producto más demandado por los hombres. Para ellas, la prostitución no implica una mujer que se empodera del sexo, sino una mujer que se cree libre dentro del juego macabro que es el capitalismo y el machismo.

8.     LGTBQQI/Teoría Queer/LGTBQQIfobia

  LGTBQQI son las siglas del colectivo compuesto por Lesbianas, Gays, Transexuales, Bisexuales, Queer, Questionning (Dudosos) e Intergénero.
Para entender estas categorías debemos tener en cuenta lo que implica la teoría queer. La palabra queer proviene del inglés, y literalmente significa “extraño” o “rarito”. Se ha usado durante siglos como ofensa a las personas marginadas, y en gran medida, sobre todo hacia el colectivo homosexual, transexual, transgénero, travesti, etc.
En la actualidad es un reclamo para las personas lesbianas, gays, transexuales, bisexuales, queer, questionning, intergénero, agénero, genderqueer, etc. 
Por otro lado, la teoría queer habla del género como un espectro, no como una dicotomía hombre-mujer. Por ello contemplan otras identidades de género más allá de este dualismo:
-      Intergénero: Persona que no se siente ni hombre ni mujer, sino a mitad de camino entre ambos.
-      Pangénero: Persona que se lee a sí mismo/a/x como hombre, mujer, y todas las demás identidades de género, como una mezcla de todo.
-      Agénero: Persona que no se siente identificada con ningún género.
-      Queer (como adjetivo): Persona que o bien tiene una identidad de género variable o diferente, o una sexualidad que no se puede calificar dentro de los marcos “heterosexual”, “homosexual” o “bisexual”, puesto que éstos solo contemplan la existencia de hombre-mujer.
-      Genderqueer: Persona que se siente identificada con una identidad de género u otra dependiendo del momento social o personal en el que estén.
Entre otras muchas identidades.

Los Questionning, por otro lado, son personas cuya identidad de género es dudosa o no se sienten identificados con ninguna de las identidades conocidas y no saben qué nombre ponerle a su identidad (o no quieren hacerlo).

9.     Cisexual/cisgénero

     El primer paso para abordar estos dos términos es establecer una breve diferenciación entre sexo y género: sexo es genitalidad y género es “mente”.
Uno de los esquemas que se suele seguir es el de relacionar, entendiéndolo como un factor completamente lógico, un determinado sexo con un determinado género, es decir, si una persona se siente chico en un cuerpo de chica indica que debe cambiar su genitalidad. A este cambio, también por desconocimiento informativo, se le adjudica una sexualidad determinada.
La base para definir estos dos conceptos es clara: entendemos el género como un constructo social que viene definido por el sexo biólogico y, por tanto, incapaz de representar a todas las personas de una sociedad. Por esta razón, hay personas que se sienten cómodas con los roles normativos y otras con los que no lo son. De esta forma, cisgénero es una persona que está cómoda en el género que la sociedad la enmarca por su sexo biológico, no se define como transgénero. Cisexual es una persona que no duda de la concordancia de su sexo biológico con su identidad como ser humano, es decir, no se se define como transexual.

10. Transexual/transgénero

    Una persona transgénero es aquella que no se siente representada con el género que implica su sexo biológico o que no se identifica con el binarismo: masculino o femenino-, las dos únicas opciones que la normativa social contempla. Este concepto no es sinónimo de un cambio de sexo ni a corto ni a largo plazo.
La transexualidad implica un cambio de genitalidad. A través de una operación, la persona reniega de los genitales con los que nació y se siente representada con los del sexo opuesto. Este proceso suele ir acompañado de bloqueo de las hormonas del sexo que no se desea y/o de la hormonación para alcanzar las características culturales que acompañan a la identidad anhelada.

11. Transfeminismo/mujeres, bolleras y trans/no mixticidad/lenguaje inclusivo

   En la actualidad, transfeminismo es un concepto cuya definición es debatida por los teóricos y activistas. Este debate se da en dos frentes: transfeminismo como rama del feminismo o transfeminismo como teoría “superior” al feminismo por ir más allá de la igualdad entre hombres y mujeres. Sea como sea, el transfeminismo acoge en su imaginario a todas aquellas personas que, por su sexo o por su género, se consideran disidentes del sistema establecido. Esta idea da gran importancia a la cultura como herramienta que construye falsas identidades y que, por tanto, en un momento dado, una persona puede sentir que no se ajusta a ese modelo, a ese estereotipo.
El transfeminismo no solo se maneja en término de sexo o género, sino también de migración, de clase, etc. Su objetivo es hacer desaparecer el máximo número de fronteras posibles, fronteras que hipersegmentan a la sociedad. Así, su discurso tiene una base fuertemente existencialista, hasta el punto de que intenta representar incluso a aquella persona que no concibe tal etiqueta o tal otra, de la naturaleza que sea.
En este sentido, es importante aclarar el contenido teórico de la asignación “mujeres, bolleras y trans” y la necesidad de “no mixticidad” y de un lenguaje inclusivo -nosotrxs-.
Muchas teóricas defienden que no es lo mismo ser mujer que ser bollera: entienden como mujer un concepto creado por el hombre que conlleva una actitud de inferioridad y una heterosexualidad cuyo fin último es la reproducción para mantener la estructura de la familia nuclear y, por extensión, del capitalismo y del heteropatriarcado. De esta forma, hay teóricas que se contentan con la deconstrucción del concepto arcaico de mujer y otras que solo contemplan como salida la teoría del sujeto excéntrico -aquel desposeído de identidad por haber sido creado por otros, la otredad de Simone de Beauvoir-. En lo que se refiere al concepto de “bollera”, lo extraen del de mujer porque consideran que su sexualidad es un golpe más contra el sistema, pues no necesita al hombre para llevar una vida sexual y sentimental plena, no encaja en la definición de mujer.
            La no mixticidad, es decir, crear un espacio en el que el biohombre heterosexual normativo no tiene cabida, es considerada necesaria para muchas personas disidentes porque su presencia implicaría una reproducción a pequeña escala de esa estructura que oprime a las minorías. Por su parte, el lenguaje inclusivo pretende hacer del lenguaje una herramienta reivindicativa más, una forma de visibilidad que va a la esencia misma del conocimiento y de la comprensión de la realidad.

12. Femen

     Es una organización internacional de mujeres creada en Ucrania en 2008. Las activistas que la forman llevan a cabo sus acciones reivindicativas con el cuerpo desnudo al completo o con algunas partes cubiertas, adornan su piel con consignas combativas dirigidas al patriarcado, la iglesia y demás “entes” de ideología machista, llevan coronas de flores en la cabeza y se rigen por una actitud militarista debido al riesgo que supone en ese país manifestarse en contra del régimen establecido. Su forma de lucha ha sido foco de la opinión pública desde el principio, esta ha destacado más el hecho de que muestren sus pechos que el contenido de denuncia que hay tras ellos.
En España, también han sido duramente criticadas, pero también contextualizadas y llevadas a la franja de empatía por parte de activistas feministas como Beatriz Gimeno que, con un artículo publicado en Pikara Magazine, instaba a sus lectores a entender que en Ucrania las políticas de iguladad brillan por su ausencia y que, por esta misma razón, toda organización allí nacida tiene un bagaje teórico que no se puede comparar a otros países más avanzados en esta materia. Por estar en sus inicios de feminismo, Femen se muestra más combativa y radical, una forma de actuar que choca con el “feminismo serio” de nuestro país, por ejemplo.

13. Economía feminista/hipersegmentación/interseccionalidad

   La primera pregunta que se plantea la economía feminista es: ¿Qué vida es la que merece la pena ser vivida? A través de esta teje toda una serie de afirmaciones que tienen como objetivo final recalcar que la vida es precaria y que está atravesada por diversos factores sociales que la estructuran en hipersegmentos o divisiones de la sociedad en minorías según su capacidad adquisitiva, género, lugar de procedencia, sexualidad, capacidades físicas, etc. A través de esta pregunta inicial, podemos entender que este tipo de economía apuesta por abrir un debate de unificación de voces, es decir, poner lo común como base para la praxis. Para ello, introduce en el análisis el concepto de “interseccionalidad”, ya abordado desde la hipersegmentación, pero que se reviste de una connotación menos peyorativa y más combativa.
Una segunda idea básica de la economía feminista contempla el capitalismo como un producto más del heteropatriarcado, es decir creado por un hombre blanco de clase media-alta. Por eso, pretende colocar los hogares en el centro de la vida, pues los entiende como el escalón último de reajuste de la economía global ante una crisis. Sin embargo, también reconoce que la construcción de los roles de feminidad y masculinidad para con la producción de un país es perversa: sobre el hombre recae la responsabilidad individual de sacar adelante a su familia, mientras que, de la mujer, se espera que dé su “vida” por los demás.
Ante este panorama, la economía feminista busca crear redes colectivas de trabajo para no abandonar a la persona a su propia precariedad en soledad y poner la economía-política al servicio de la vida y no a la inversa.

14. Test de Bechdel

     Es un test aplicable a productos culturales de cualquier tipo (películas, series, cómics...) y que persigue determinar si la mujer tiene presencia en ellos o no. Se basa en tres requisitos: la obra de ficción debe incluir al menos dos mujeres (1) que hablen entre ellas (2) y de algo más que de un hombre (3). Se suele incluir una “cláusula” más: que las mujeres que interaccionan tengan nombre.
El origen del Test de Bechdel se remonta al cómic de Alison Bechdel Unas bollos de cuidado (Dykes to watch out for), de 1985, en el que introdujo los tres requisitos que luego se convertirían en el test.
A partir de él han surgido variantes, como el Test de Russo (que analiza la representación de personajes LGTB), el Test de la “Sexy Lamp” (si cambias el personaje femenino por una lámpara sexy ¿la historia sigue igual?) o el Test de Finkbeiner (para periodistas y artículos sobre mujeres en ciencia). Todos dirigidos a lo mismo: mejorar la representación de colectivos generalmente discriminados.

15. Pornoterrorismo/post-porno/performance

    El Pornoterrorismo debe definirse a través del Postporno. El Postporno, encabezado por María Llopis, pretende hacer del porno un campo más desde el que reivindicar y visibilizar otras realidades atravesadas por el género y la sexualidad. Las teóricas del Postporno no solo escriben palabras contra el heteropatriarcado y el falocentrismo, actúan también contra él, y el orgasmo es una de sus principales herramientas. Para ellas, el cuerpo de la mujer no es un cuenco de reproducción, sino de revolución y de “putificación” del feminismo.
En estas líneas, el Pornoterrorismo, representado por Diana Torres, nace en un intento de ir más allá: pretende hacer del porno una actividad de lo cotidiano. Por eso, no busca crear teorías académicas destinadas a la “política clásica”, sino a la que reside en cualquier hogar. El lenguaje con el que se expresa este movimiento es vulgar, no pretende agradar, no teme a lo grotesco, deconstruye el deseo sexual, no entiende de esferas públicas o privadas y finge no conocer lo que la sociedad define como “bueno” o malo”, “atractivo” o “repulsivo”.
Una de las formas de expresión más utilizadas por este nuevo porno son las performances o “arte en vivo”. Sobre un escenario intimista, la propia creadora de la teoría, en este caso Diana Torres, une discurso, poesía y flujos vaginales en un mismo segundo. El cuerpo es el elemento sobre el que recae toda la fuerza expresiva y que, a su vez, lanza su fuerza al público.

16. “Nos vemos en las calles”

“Nos vemos en las calles” es una fórmula usada entre diferentes activistas para llamar al resto de ciudadanxs a la lucha, así como una despedida en comunicación escrita a modo de refuerzo vinculativo. Su simbología se define por la okupación del espacio público como lugar de reivindicación de derechos y libertades.
En el movimiento (trans)feminista, se usa también la fórmula “La calle y la noche también son nuestras”. La calle y la noche representan, para las mujeres, bolleras y trans, un espacio-tiempo que implica vulnerabilidad y miedo; con esta consigna reivindicativa se pretende acabar con la idea de “El hombre es malo por naturaleza, por tanto la mujer debe aprender cuándo y dónde no estar” por “La única maldad que hay aquí es el heteropatriarcado y, para luchar contra él, las mujeres, bolleras y trans debemos empoderarnos, no ponernos horarios”.




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